Las salinas de Fuencaliente.
Las salinas del término municipal de Fuencaliente siguen ahí, ajenas al paso del tiempo, desafiando la crisis y celebrando sus primeros 40 años de vida. En el punto sur de La Palma, por debajo del pueblo de Fuencaliente, a los pies del Teneguía, el volcán más reciente de Canarias, se hallan las populares salinas de La Palma. Actualmente están regentadas por la tercera generación de la familia Hernández.
Fernando Hernández García dirige la empresa desde hace más de una década. Explica que el trabajo se lleva a cabo cada día a la manera tradicional y que la mayoría de los procesos son manuales, siguiendo "la vieja escuela", hasta llegar a conseguir la esencia del producto: la denominada Flor de Sal. Se trata de un producto que tiene el prestigioso sello de calidad y autenticidad que proporciona la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma, una distinción que no se otorga con facilidad. Esta Flor de Sal nada tiene que ver con la sal fina o la sal gruesa que se usa habitualmente para cocinar.
Reina de la gastronomía. Hernández García señaló que es "la reina de la sal. Se emplea en alta gastronomía para condimentar exquisitos platos, antes de ser servidos". El trabajo es la gran pasión de este hombre, que recuerda que su padre, hace 40 años, quiso que La Palma pudiera autoabastecerse de sal y que no hubiera que traerla de otras Islas o de la Península.
El padre de Fernando creó, al estilo de Lanzarote, unas salinas en el flanco sur del volcán San Antonio.
El Teneguía todavía no existía. Cuando sobrevino la erupción, en 1971, las salinas resultaron dañadas por el río de lava. Pero hubo suerte. Tras algunos trabajos de reparación, se las pudo poner en funcionamiento de nuevo.
La sal se va formando en los días de verano en la superficie del agua de cada una de las balsas de las salinas. Por la tarde, cuando el viento del alíseo amaina los trabajadores pasan el rastrillo (cedazo) de forma manual.
Los secretos de las balsas
La tarea de pasar el rastrillo de forma manual por las salinas para colar es un procedimiento que hay que llevar a cabo con tiento, con el objetivo de que las partículas de sal de la capa recién formada no se rompan y caigan al fondo de la salina. De esta forma se recolecta lo que luego podemos adquirir como Flor de Sal. Las balsas de las salinas presentan un color rosado, debido a que el medio salino está habitado por unas algas conocidas con el nombre científico de Dunaliella Salina, una especie rica en beta caroteno. Además, el color también se debe al hecho de que que en el agua salada viven unos pequeños cangrejos denominados Artemia Salina. Estos animales también son responsables en gran medida de la capa rosácea que se encuentra en el fondo de las balsas. Flor de Sal es un producto cien por cien natural, rico en magnesio y escaso en natrio. Contiene valiosas trazas y minerales y posee un fino y delicado aroma que enriquece el sabor natural de la cocina.
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